jueves, 24 de octubre de 2013

Residuos de papel sirven como fertilizante o para fabricar ladrillos.

Investigadores en Medellín lograron darle uso a ese material y reducir el impacto ambiental.

¡Hasta dónde ha llegado la ciencia! En Medellín ya se puede conseguir un acondicionador de suelos para cultivos, y ladrillos destinados a la construcción, hechos con residuo de papel. No fue una tarea fácil, pero la conciencia ambiental y la viabilidad económica permitieron este nuevo logro de la industria antioqueña.
Todo comenzó por la preocupación de Grupo Familia para tratar mejor los residuos del proceso de producción de papel, su materia prima fundamental, y disminuir el impacto ambiental, evitando la disposición de toneladas de desechos sólidos en los rellenos sanitarios de la ciudad.
El propósito de los fabricantes fue lograr que una vez el ciclo de producción terminara, se pudiera generar un nuevo comienzo a partir de sus residuos y de allí obtener productos viables para la compañía, óptimos para el medio ambiente y útiles en la sociedad. Para alcanzar ese objetivo se adelantaron dos estudios con grupos de investigadores de la Universidad de Antioquia y la Universidad Pontificia Bolivariana.
¿Fertilizar con papel?
Inicialmente, investigaciones preliminares indicaban que residuos sólidos derivados de la producción de papel podrían ser materia prima en la elaboración de fertilizantes de uso agrícola y ganadero.
Para comprobarlo, se buscó una alianza con el Grupo Interdisciplinario de Estudios Moleculares (GIEM), de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Antioquia. En sus laboratorios, se sometieron a diferentes procedimientos físicos, químicos y biológicos.
Poco a poco pudieron concluir que ese material sobrante de la producción de papel sí era óptimo para elaborar compostaje destinado al uso agrícola.
El éxito de esos resultados convirtió al Grupo Familia en un proveedor calificado de cuatro empresas antioqueñas que utilizan ese tipo de insumos.
Pero los logros no se quedan allí. Este nuevo proceso le permite a la compañía emplear el 70% de las toneladas generadas mensualmente de residuo de celulosa en elaboración de compostaje, reduciendo su disposición en rellenos sanitarios de la ciudad y, por ende, así evitar la emisión del 70% de las toneladas de CO2, causadas por la disposición de este residuo en rellenos.
¿Ladrillos más livianos?
Los interrogantes también fueron llevados al Grupo de Investigaciones Ambientales de la Universidad Pontificia Bolivariana, donde se establecería si esa celulosa residual que se deriva de la producción de papel podría utilizarse en procesos de construcción, particularmente en la fabricación de ladrillos.
En el laboratorio, los investigadores comenzaron a trabajar en diversas pruebas, mezclando la celulosa con limo, arena y arcilla, componentes tradicionales que se usan en la fabricación de estos materiales de construcción.
Los experimentos se realizaron utilizando diferentes porcentajes de mezcla y para lograr un resultado óptimo se seleccionaron seis muestras, y con cada una de ellas se realizó un ensayo a escala industrial en el que se elaboraron mil ladrillos.
Los resultados fueron exitosos: piezas con cualidades similares a aquellas tradicionales, que no utilizan el residuo de celulosa dentro de la mezcla, con una cualidad nueva: menos pesados, lo que reduce los costos de transporte.
Ambos resultados de las investigaciones tienen un efecto positivo en la calidad de nuestro medio ambiente. Sumando los de las plantas de Medellín y Cajicá, el aprovechamiento de la celulosa evitará que 50.000 toneladas de residuos sólidos vayan anualmente a los rellenos sanitarios.
(Adaptación periodística del texto original de Carolina Echeverri López y Susan Irwin Pizano. Grupo Familia)
JUAN DIEGO RESTREPO
Para ELTIEMPO.COM

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